26 de julio de 2009

No hay nada más tonto que un obrero de derechas

Abril, en Quito. Un taxista me lleva desde el hotel hasta la casa de gobierno (el Palacio Carondelet, en el hermoso distrito histórico) y me da su impresión sobre el presidente Rafael Correa, que el día previo ha sido reelecto por mayoría absoluta de votos. "No me gusta. No le da seguridad jurídica a las empresas". El mismo argumento escuché en otro trabajador ecuatoriano. Pero podría ser peruano, colombiano, chileno, uruguayo o argentino. Tanto ha penetrado el discurso promercado y neoliberal que ahora un trabajador se preocupa de la "seguridad jurídica" de las empresas. Si eso pasa, estamos en problemas, pienso mientras avanza el taxi. Estamos peor de lo que creía. El 10 de agosto Correa asume su nuevo mandato. Habrá que corregir, también ahí.

No está mal que un inversor reclame reglas claras. Si va a destinar su dinero a un mercado, obviamente exigirá estabilidad en el marco que lo va a regular. Claro, si no lo regulan, como pasó en años recientes, mejor, porque se trata de optimizar ganancias a como dé lugar, que eso es el fin de un capitalista, no como dicen en las engañosas propagandas según las cuales su prioridad es el cliente, el país, la creación de empleo, etc. Puñeterías. El objetivo es ganar dinero, cuanto más mejor. Y eso tampoco está mal pues son empresas, no entidades filantrópicas, sólo que no les gusta que se note. Perry Anderson hablaba del carácter vergonzante de decirse capitalista, algo que cambió en la década del 90, tras la caída del comunismo soviético. Antes se decían el mundo libre, occidente, y Anderson registra que cuando el enemigo ya no estuvo, dejó de ser vergonzante llamarse capitalista. Al contrario, ahora anacrónico suena decirse comunista.

Pero ahí están las compañías, su enorme poder mediático, para reivindicar su derecho a pedir reglas claras. Y bien que lo hacen. ¡Si hasta lo acaba de reclamar, como enojado, el presidente de Repsol a los gobiernos de América Latina, donde la petrolera ganó más dinero que en ningún otro lado (y de paso se hizo petrolera en serio)! Ahora, que la "seguridad jurídica" de las empresas la pida un trabajador y se olvide en todo caso de exigir seguridad para su trabajo, su salud, la estabilidad de sus ingresos, la educación de sus hijos, la seguridad de su techo, de su alimento diario, de sus aportes jubilatorios, habla de cuánto terreno ganó el discurso del "mercado". Los accionistas pueden dormir tranquilos, la masa laboral le cuida sus intereses.

Fragmento de Ecuador: los desafíos de Correa en su segundo mandato, escrito por Néstor Restivo (periodista del diario Clarín de Buenos Aires e historiador. Ha publicado los libros Chile: la crisis de 1973 y los ciclos económicos y El Rodrigazo, treinta años después.), publicado el 19 de julio de 2009 en www.sinpermiso.info