30 de septiembre de 2007

Privatizar para perfeccionar la ignorancia

Artículo escrito por Carlos Monsiváis, publicado en El Universal el 23 de septiembre de 2007.

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) le ha pedido al gobierno de Felipe Calderón (18 de septiembre de 2007) privatizar la educación media y superior de acuerdo a una consideración generosa: el modelo actual de financiamiento no es eficiente en términos de la distribución de su gasto, porque 84.4% de los fondos se dedica al pago de los salarios de los maestros.

También, la OCDE sugiere no aumentar el gasto educativo hasta que se eleve la eficiencia en el manejo de los recursos; de lo contrario “se corre el riesgo de que esa inversión sea un puro y simple desperdicio”. Con alivio, advierto que la organización no exigió la renuncia simultánea de Felipe Calderón y Andrés Manuel López Obrador.

El manejo de las cifras es, si se atiende a las conclusiones, por lo menos inescrupuloso: es cierto que el magisterio absorbe la mayor parte del presupuesto, pero esto no señala los privilegios de un gremio sino la penuria presupuestal de las universidades públicas. Es cierto que México está a la zaga de los 30 países miembros de la OCDE, con el último lugar en el porcentaje de la población universitaria, pero eso no indica el fracaso de los estudiantes sin recursos sino la catástrofe de los regímenes federales y estatales empeñados en uncir el presupuesto a ocurrencias que llaman cada sexenio “planes educativos”; México está presumiblemente en el último sitio de las naciones con el índice de terminación en educación media y superior, el penúltimo lugar entre los jóvenes de 15 a 19 años matriculados en el bachillerato, la posición 31 de 36 países participantes en el estudio, en el porcentaje de población de 25 a 34 años con educación superior, el sitio 31 en gasto por estudiante desde primaria hasta nivel superior, y el último lugar en el porcentaje de graduados del doctorado, con sólo 0.1%.

Nada de lo anterior apoya la exigencia de privatización.

* * *

El martillo teórico de este llamado a la privatización de la enseñanza, la doctora Blanca Heredia, directora de la OCDE en México para América Latina, desdeñó (o tal vez un verbo parecido, elija usted: minimizó, despreció, hizo a un lado, se burló sofisticadamente) los costos que tuvo esta propuesta en la UNAM:

Más allá del territorio de la UNAM, ¿a quién le beneficia ese estado de cosas (la deducción gratuita)? ¿De verdad le beneficia a la mayoría de la población? ¿De verdad con esa estructura la mayoría de los mexicanos van a tener más posibilidades de acceder a la educación superior? Y hay que ver a instituciones públicas ejemplares que han hecho experimentos en aras de la privatización... La inversión en ecuación genera beneficios estrictamente privados y como tal tienen que ser asumidos por la persona.

* * *

Ya entrada en la autopista de la metáfora, la doctora Heredia, seguramente influida por el pensamiento alegórico de la campaña de 2006, emite un apabullante juego de imágenes:

“No parece muy buena idea aumentar el gasto en educación sin que antes se eleve la eficiencia de los recursos: si hay una situación en la que se necesita más agua y se sirve agua carísima en una coladera, te vas a quedar con poco agua... (entonces) parecería mejor idea cerrar los hoyos a la coladera antes de poner más agua en ella”.

Así, México deja muy poco para invertir en otros rubros porque 96.9% del gasto educativo se destina a gasto corriente y, dentro de este concepto, 84.4% se canaliza a pago de maestros. Así, el país sólo dedica 3.1% al gasto capital, porcentaje menor al promedio de la OCDE, que es de 9%.

* * *

Casi hasta los últimos años del siglo XX la derecha quiere desacreditar la capacidad formativa de la escuela pública y para ello difama la educación laica. Durante un periodo prolongado se consigue muy poco, luego, al unificarse la perspectiva ideológica de las clases gobernantes, en el proceso que culmina con la adopción del neoliberalismo, se desata el ataque frontal a la educación pública, que es según sus detractores, muchos de ellos pagados por el Estado laico al que menosprecian, el refugio de los que no pueden ir a otra parte, el hacinadero de los carentes de acceso a la alta tecnología y a los compañeros de aulas que serán poderosos porque sus padres ya lo son. (A estas alturas ya da flojera fundar dinastías).

El neoliberalismo mejora la propuesta. Da igual que la educación pública se componga de nacidos para perder, lo intolerable es que la educación media y superior no se haya convertido todavía en una zona de ganancia empresarial. Si no hay instrucción moral, allá su infierno populista, pero que haya quienes estudien sin pagar, eso rebasa la paciencia de la macroeconomía. A la OCDE ni siquiera le preocupa que la inmensa mayoría no pueda pagar. ¿Para qué nacieron si no tenían crédito?, podrían decir con lógica parecida a la metáfora de las coladeras.

Se da por sentado: enseñanza pública (y laica) es la propia de los “nacidos para perder”, de los que nunca tendrán acceso a los estímulos del desarrollo (viajes, facilidades de estudio, prestigio de clase). Esta operación contra la educación pública pretende no destruirla del todo (para qué, dejen la enseñanza primaria, está bien que los asalariados sepan leer y escribir), sino alabar lo rentable y, de paso, atestiguar la suerte atroz de la gleba, del populacho, de los cuales —asista al sorteo del destino— sólo un puñado se integra a la clase gobernante, mientras la mayoría, es de suponerse que por lealtad, se aferra a la base de la pirámide. Son innegables las limitaciones de la educación pública, como las de la privada, pero en el caso de la primera los dicterios de la élite no provienen de la observación y el análisis sino de la certidumbre: fuera de los centros educativos de la élite aparece el abismo.

No aludo aquí a la calidad de la educación pública y privada sino a la campaña de desprestigio intenso contra los universitarios que no pagan por la formación que reciben. Si bien con la UNAM las calumnias se han desbaratado, en el caso de la educación elemental se ha implantado la especie: ventaja de clase es destino. Inmorales porque no reciben enseñanza religiosa; fracasados porque viven la educación pública. Iván Illich demostró con brillantez las consecuencias lamentables del mito de la escolaridad que iguala el fracaso en la escuela con el fracaso en la vida, tal y como lo señaló en una época el término destripado, el que al abandonar los estudios “se le salen las tripas”. Esto, dicho sea de paso, comienza a modificarse al filtrarse el nuevo lugar común: el título de licenciado ya equivale a un segundo certificado de preparatoria, es decir, la educación privada que vale la pena ocurre fuera.

No se admite lo innegable: tras el menosprecio frenético de las escuelas públicas se levanta otro capítulo de la lucha de clases (versión globalizada: habita la miseria integral aquél que en su correspondencia todavía usa timbres postales), y esto se agrava en los sectores indígenas y, en general, en la aplicación del presupuesto. A los niños indígenas se les relega estrepitosamente, mientras los recursos educativos disminuyen. El neoliberalismo exige países competitivos nada más atentos a la productividad, y le da igual (es decir, le molesta) la capacidad educativa de los sectores populares.

Privaticen y expúlsenlos del espacio vital. La moraleja queda pendiente.

Escritor

19 de septiembre de 2007

La ciudad genérica

En 1994, a través del siguiente texto, Koolhaas presento una extensa y precisa descripción (y justificación) del urbanismo cínico y pragmático de la década de los 90's. La [post] ciudad de este mundo urbanizado, ya no es el espacio del flaneur como la ciudad moderna, si no un estado mental, sedado y sedentario que percibimos a través del vidrio del departamento, del automóvil, o del monitor.

1. INTRODUCCIÓN

1.1. ¿La ciudad contemporánea es como el aeropuerto contemporáneo -"todos iguales"? ¿Es posible teorizar esta convergencia? ¿Y si es así, a qué configuración final se está aspirando? La convergencia sólo es posible a costa de despojarse de la identidad. Generalmente eso se ve como una pérdida. Pero a la escala en la que ocurre, debe significar algo. ¿Cuáles son las desventajas de la identidad, y a la inversa, cuáles son las ventajas de la inexpresividad [blankness]? ¿Y si esta homogeneización aparentemente accidental -y usualmente lamentada- fuese un proceso intencional, un movimiento consciente alejándose de la diferencia hacia la semejanza? ¿Y si estamos siendo testigos de un movimiento global de liberación "¡abajo el carácter! [lo típico, lo característico]"? ¿Qué queda después de que se ha despojado de la identidad? ¿Lo Genérico?

1.2. Dado que la identidad es derivada de la sustancia física, de lo histórico, del contexto, de lo real, en cierto modo no podemos imaginarnos que algo contemporáneo -hecho por nosotros- contribuya a ella. Pero el hecho de que el crecimiento humano sea exponencial implica que el pasado en un cierto punto se volverá demasiado "pequeño" para ser habitado y compartido por aquellos [que están] vivos. Nosotros mismos lo agotamos. Hasta tanto la historia encuentre su depósito en la arquitectura, inevitablemente las cantidades humanas actuales reventarán y reducirán la substancia previa. La identidad concebida como esta forma de compartir el pasado es una propuesta destinada al fracaso: no sólo hay -en un modelo estable de continua expansión de la población- proporcionalmente cada vez menos que compartir, sino que la historia también tiene una ingrata vida a medias -como se abusa más de ella, se vuelve menos significativa- al punto que sus derogatorios panfletos se tornan insultantes. Esta disolución es exacerbada por la masa de turistas en constante aumento, una avalancha que, en una búsqueda perpetua de "carácter", va moliendo las identidades exitosas [hasta convertirlas] en un polvillo insignificante.

1.3. La identidad es como una trampa para ratones en la que más y más ratones tienen que compartir la carnada original, y que, inspeccionada más de cerca, puede haber estado vacía desde hace siglos. Cuanto más fuerte es la identidad, más encarcela, más resiste la expansión, la interpretación, la renovación, la contradicción. La identidad se vuelve como un faro -fijo, sobredeterminado: puede cambiar su posición o patrón que emite solamente a costa de desestabilizar la navegación. (París sólo puede volverse más parisina -ya está en camino de convertirse en hiper-París, una pulida caricatura. Hay excepciones: Londres -su única identidad [es] una carencia de identidad clara- está perpetuamente volviéndose aun menos Londres, más abierta, menos estática.)

1.4. La identidad centraliza; insiste en una esencia, un punto. Su tragedia se da en simples términos geométricos. Mientras la esfera de influencia se expande, el área caracterizada por el centro se vuelve más y más grande, diluyendo desesperanzadamente tanto la fuerza como la autoridad del núcleo [core]; inevitablemente, la distancia entre el centro y la circunferencia se incrementa hasta el punto de ruptura. En esta perspectiva, el reciente y tardío descubrimiento de la periferia como una zona de valor potencial -una especie de condición prehistórica que podría finalmente ser digna de la atención arquitectónica- sólo es una disimulada insistencia sobre la prioridad y dependencia del centro: sin centro, no hay periferia; el interés en el primero presumiblemente compensa por el vacío del último. Conceptualmente huérfana, la condición de la periferia empeora por el hecho de que su madre todavía está viva, robándose el show, acentuando las deficiencias de la cría. Los últimas vibraciones que emanan del exhausto centro impiden la lectura de la periferia como una masa crítica. No sólo el centro es, por definición, demasiado pequeño para realizar sus tareas [obligations] asignadas, tampoco es más el centro real sino un espejismo marchito camino a la implosión; aun así, su presencia ilusoria deniega al resto de la ciudad su legitimidad. (Manhattan denigra como "gente de puente y túnel" a aquellos que necesitan apoyo infraestructural para entrar en la ciudad, y les hace pagar por ello.) La persistencia de la actual obsesión concéntrica nos hace a todos gente de puente y túnel, ciudadanos de segunda clase en nuestra propia civilización, privados de ciudadanía [disenfranchised] por la muda coincidencia de nuestro colectivo exilio del centro.

1.5. En nuestra programación concéntrica (el autor pasó parte de su juventud en Amsterdam, la ciudad de la última centralidad) la insistencia en el centro como el núcleo del valor y el significado, fuente de toda significación, es doblemente destructiva -no sólo el volumen siempre en aumento de las dependencias es a fin de cuentas una tensión intolerable, supone también que el centro tiene que ser constantemente mantenido, es decir, modernizado. Como "el lugar más importante", paradójicamente tiene que ser, al mismo tiempo, el más viejo y el más nuevo, el más fijo [estático] y el más dinámico; soporta la adaptación más intensa y más constante, la cual luego se ve comprometida y complicada por el hecho de que tiene que ser una transformación inadvertida, invisible al ojo desnudo. (La ciudad de Zurich ha encontrado la solución más radical y costosa en la vuelta a una suerte de arqueología en reversa: capa sobre capa de nuevas modernidades [modernities] -shopping centers, estacionamientos, bancos, bóvedas, laboratorios- se construyen debajo del centro. El centro ya no se amplía hacia fuera o hacia el cielo, sino hacia el interior, hacia el centro de la tierra misma.) Del injerto de más o menos discretas arterias de tráfico, circunvalaciones, túneles subterráneos y la construcción de cada vez más tangenciales, a la transformación de rutina de viviendas en oficinas, almacenes en lofts, iglesias abandonadas en nightclubs; de las bancarrotas en serie y las subsiguientes reinauguraciones de unidades específicas en recintos de compras cada vez más costosos, a la implacable conversión del espacio utilitario en espacio "público", la peatonalización, la creación de parques nuevos, plantando, conectando [bridging], exponiendo la restauración sistemática de la mediocridad histórica, toda autenticidad es implacablemente evacuada.

1.6. La Ciudad Genérica es la ciudad liberada del cautiverio del centro, de la camisa de fuerza de la identidad. La Ciudad Genérica rompe con este destructivo ciclo de dependencia: no es nada sino un reflejo de la actual necesidad y la actual habilidad. Es la ciudad sin historia. Es suficientemente grande como para todos. Es fácil [easy]. No necesita mantenimiento. Si se torna demasiado pequeña simplemente se expande. Si se torna vieja simplemente se autodestruye y se renueva. Es interesante -o no interesante- en todas partes por igual. Es "superficial" -como un estudio de Hollywood, puede producir una nueva identidad cada lunes por la mañana.

2. ESTADÍSTICAS

2.1. La Ciudad Genérica ha crecido dramáticamente durante las últimas décadas. No sólo se ha incrementado su tamaño, sus números también lo han hecho. A comienzos de los setenta fue habitada por un promedio de 2,5 millones de residentes oficiales (y mas de 500.000 no oficiales); ahora se mantiene alrededor de la marca de los 15 millones.

2.2. ¿La Ciudad Genérica comenzó en América? ¿Es tan profundamente no original [unoriginal] que sólo puede ser importada? En cualquier caso, la Ciudad Genérica ahora también existe en Asia, Europa, Australia, África. El definitivo movimiento alejándose del campo, de la agricultura, hacia la ciudad no es un movimiento hacia la ciudad como el que conocíamos: es una mudanza a la Ciudad Genérica, la ciudad tan extendida que ha llegado al campo.

2.3. Algunos continentes, como Asia, aspiran a la Ciudad Genérica; otros se avergüenzan de ella. Porque tiende hacia lo tropical -convergiendo en torno al Ecuador-, una gran proporción de las Ciudades Genéricas es asiática -aparentemente una contradicción de términos: lo sobre-familiar [over-familiar] habitado por lo inescrutable. Un día, este producto desechado de la civilización occidental será absolutamente exótico otra vez, a través de la resemantización que su misma diseminación trae en su estela.

2.4. A veces una singular ciudad vieja, como Barcelona, al sobresimplificar su identidad se vuelve Genérica. Se vuelve transparente, como un logo. Lo contrario nunca sucede... por lo menos no todavía.

3. GENERAL

3.1. La Ciudad Genérica es lo que queda después de que grandes secciones de la vida urbana se cruzaron en el Ciberespacio. Es un lugar de sensaciones débiles y distendidas, pocas emociones y alejadas entre sí, discreto y misterioso como un gran espacio iluminado por un velador. Comparada con la ciudad clásica, la Ciudad Genérica es sedada, percibida usualmente desde una posición sedentaria. En lugar de concentración -presencia simultánea-, en la Ciudad Genérica los "momentos" individuales están muy espaciados entre sí para crear un trance de experiencias estéticas casi inadvertibles: las variaciones de color en la iluminación fluorescente de un edificio de oficinas momentos antes de la puesta del sol, las sutilezas de los blancos ligeramente diferentes de un cartel iluminado en la noche. Como comida japonesa, las sensaciones pueden ser reconstituidas e intensificadas en la mente, o no -simplemente se pueden ignorar. (Hay una opción.) Esta carencia generalizada de urgencia e insistencia actúa como una droga potente; induce una alucinación de lo normal.

3.2. En una reversión [reversal] drástica de lo que supuestamente es la principal característica de la ciudad -"los negocios [business]"-, la sensación dominante de la Ciudad Genérica es una calma espeluznante: cuanto más calma es, más se aproxima al estado puro. La Ciudad Genérica se refiere a los "males" que se atribuyeron a la ciudad tradicional antes de que nuestro amor por ella se volviera incondicional. La serenidad de la Ciudad Genérica se alcanza a través de la evacuación de la esfera pública, como en un simulacro de emergencia de incendio. El plano urbano ahora sólo acoge el movimiento necesario, fundamentalmente el auto; las carreteras son una versión superior de los bulevares y las plazas, tomando más y más espacio; su diseño, aparentemente aspirando a la eficiencia automovilística, es de hecho sorprendentemente sensual, una pretensión utilitaria que introduce el dominio del espacio liso [smooth space] [2]. Lo que es nuevo en este campo público locomotor es que no puede ser medido en dimensiones. El mismo tramo (digamos, unas diez millas) rinde un número vasto de experiencias completamente diferentes: puede durar cinco minutos o cuarenta; puede ser compartido con casi nadie, o con la población entera; puede producir el placer absoluto de la pura velocidad no-adulterada -hasta qué punto la sensación de la Ciudad Genérica puede incluso volverse más intensa o por lo menos adquirir densidad- o momentos completamente claustrofóbicos de detenimiento [stoppage]- hasta qué punto la delgadez [thinness] de la Ciudad Genérica está [en lo] más evidente de ella.

3.3. La Ciudad Genérica es fractal, una repetición sin fin del mismo módulo estructural simple; es posible reconstruirla desde su entidad más pequeña, una desktop computer [computadora de escritorio], quizá incluso desde un diskette.

3.4. Los Campos de golf son todo lo que queda de alteridad [lo otro].

3.5. La Ciudad Genérica tiene números de teléfono fáciles, no los duros ejercicios de flexión del lóbulo-frontal de diez cifras de la ciudad tradicional, sino versiones más fluidas, sus números del medio idénticos, por ejemplo.

3.6. Su atractivo principal es su anomia.

Por Rem Koolhaas
Traducción y adaptación [1]: Gustavo Crembil + Gisela Di Marco

Notas de la traducción:
[1] Se han incorporado al texto notas de la traducción entre corchetes. Las negritas son también de la traducción, y han sido utilizadas para destacar términos que se han mantenido en el idioma original.
[2] espacio liso (smooth space en el original): el concepto de "espacio liso o nómada" fue explorado por Gilles Deleuze y Félix Guattari, a partir de nociones derivadas de la geometría diferencial y el álgebra conmutativa, y es definido por oposición al "espacio estriado o sedentario" instaurado por el aparato del Estado. Mientras que lo estriado esta caracterizado por el orden, la estructura, la regularidad, la rutina y la identidad; lo liso es definido dinámicamente a través de acontecimientos, afectos e intensidades, por trayectos entre puntos.

Tomado de http://betatest.ubp.edu.ar/0010/0010_3.htm
Fotos tomadas de http://pdphoto.org/

Suburbio

La tele dispara imágenes que reproducen el sistema y voces que le hacen eco; y no hay rincón del mundo que ella no alcance. El planeta entero es un basto suburbio de Dallas. Nosotros comemos emociones importadas como si fueran salchichas en lata, mientras los jóvenes hijos de la televisión, entrenados para contemplar la vida en lugar de hacerla, se encogen de hombros.

El libro de los abrazos. Eduardo Galeano

14 de septiembre de 2007

Memoria

4 de septiembre de 2007

Cero

Publicado en El Universal el lunes 27 de agosto de 2007/

Contiene Coca Zero sustancia cancerígena
El ciclamato de sodio, prohibido en EU, está aprobado por la SSA: la empresa

La Coca Cola Zero que se comercializa en nuestro país contiene un endulzante prohibido en Estados Unidos desde hace casi 40 años, pues puede tener efectos cancerígenos.

El uso de ciclamato de sodio no se permite en alimentos, bebidas y suplementos alimenticios en EU desde octubre de 1969.

Información de la Food and Drug Administration (FDA, por sus siglas en inglés), instancia oficial que prohibió el ciclamato de sodio en EU señala que la sustancia puede causar cáncer y también se ha estudiado su relación con casos de esterilidad entre sus consumidores.

Laura Olguín, catedrática de la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas del Instituto Politécnico Nacional, explicó que el ciclamato de sodio puede provocar cáncer si se consume de forma excesiva.

La presencia del compuesto está controlada en productos como la Coca Cola Zero que contiene 25 miligramos sobre 100 gramos en cada una de sus latas de 355 mililitros.

Según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, (FAO), un ser humano no debe consumir al día más de 11 miligramos de ciclamato de sodio por cada kilo de su peso corporal.

Según Laura Olguín, el uso excesivo de ciclamato se suscita al consumir varios productos dietéticos.

Entre las indicaciones por esta sustancia está el evitar su consumo en mujeres embarazadas y niños.

El refresco contiene aspartame y acesulfame, endulzantes que no son nocivos para el ser humano, según la página de internet de Coca Cola Zero en México.

El acesulfame y el aspartame, figuran en la lista de aditivos para alimentos y bebidas aprobados por la Secretaría de Salud en 1999, donde no aparecía el ciclamato de sodio.

Respecto al último , el portal sólo menciona que está aprobado por la Secretaría de Salud.

La sustancia entró a la lista de coadyuvantes para alimentos, bebidas y suplementos alimenticios permitidos por la dependencia en julio de 2006, por un acuerdo publicado en el Diario Oficial de la Federación.

Sobre los efectos cancerígenos de los endulzantes, Coca Cola hace referencia a la sacarina. Señala que no tiene efectos nocivos. Indica que estudios hechos en ratas expuestas a esta sustancia desarrollaron cáncer tras aplicarles dosis equivalentes al consumo de 750 latas de refresco al día de por vida.

Sin embargo, la refresquera detalla que los altos niveles de sacarinas sólo se hallan en la rata macho y esto no es relevante en el humano.


Tomado de http://www.indiaresource.org/


Un dulce riesgo

El estudio Efectos del ciclamato de sodio en el hígado fetal de ratas estudios cariomético y estreológico, publicado en septiembre de 2005 por el International Journal of Morphology (Diario Internacional de Morfología), define al ciclamato como una sustancia derivada del ácido N-ciclo-hexil-sulfámico, usada como edulcorante no calórico.

El estudio aplicó por cinco días una dosis del endulzante a ratas preñadas y luego las sacrificó para conocer efectos del compuesto en fetos.

“Los resultados mostraron que el uso del ciclamato de sodio en las ratas preñadas causó retardo en el desarrollo fetal e hipertrofia celular hepática en los fetos, sugerente de toxicidad en el hígado fetal de las ratas”, concluye el análisis.

El ciclamato de sodio tiene la capacidad de endulzar un producto hasta 600 veces más que el azúcar normal en combinación con otros compuestos.

Su utilización en refrescos se da debido a que proporciona un sabor más natural que compuestos como el aspartame, según explicó Laura Olguín, catedrática de la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas del Instituto Politécnico Nacional.