24 de enero de 2008

Terapia de choque para la nación

Artículo escrito por Naomi Klein, publicado en La Jornada
El mundo vio el 14 de octubre de 2007 un video en el que agentes de la policía montada canadiense usaron una Taser* contra un hombre polaco en el aeropuerto internacional de Vancouver. El hombre, Robert Dziekanski, murió poco después del ataque. En días recientes han salido a la luz pública más detalles acerca de él. Resulta que el señor de 40 años no sólo murió después de sufrir una descarga eléctrica, su vida también estuvo marcada por choques**.

Dziekanski era un joven adulto cuando, en 1989, Polonia comenzó un magno experimento llamado “terapia de choque” para la nación. La promesa era que si el país comunista aceptaba una serie de brutales medidas económicas, la recompensa sería un “país europeo normal”, como Francia o Alemania. El dolor duraría poco, la recompensa sería enorme.

Así que, de la noche a la mañana, el gobierno polaco eliminó los controles de precios, recortó drásticamente los subsidios, privatizó las industrias. Pero, para los trabajadores jóvenes como Dziekanski, lo “normal” nunca llegó. Hoy, aproximadamente 40 por ciento de los trabajadores polacos jóvenes están desempleados. Dziekanski era uno. Había trabajado de cajista y minero, pero durante los últimos años estuvo desempleado y había tenido enfrentamientos con la ley.

Como tantos polacos de su generación, Dziekanski se fue a buscar trabajo en uno de esos países “normales”, en los cuales se suponía que Polonia se convertiría. Tan sólo durante los últimos tres años, 2 millones de polacos se sumaron a este éxodo masivo. Los compañeros de Dziekanski se han ido a trabajar de cantineros en Londres, porteros en Dublín, plomeros en Francia. Dziekanski optó por seguir a su madre a Columbia Británica, Canadá, que está en un boom de construcción pre Olimpiadas.

“Tras esperar siete años, [Dziekanski] llegó a su utopía, Vancouver”, dijo el cónsul general polaco Maciej Krych. “Diez horas después, estaba muerto.”

Mucha de la indignación provocada por el video, filmado por otro pasajero en el aeropuerto, se enfocó en el controvertido uso de las Tasers, ya implicadas en 17 muertes en Canadá y muchas más en Estados Unidos. Pero lo que ocurrió en Vancouver tenía que ver con más que tan sólo un arma. También se trataba de ese lado cada vez más brutal de la economía global. Tenía que ver con la realidad de lo que enfrentan en nuestras fronteras muchas víctimas de varias formas de “terapia de choque”.

Las transformaciones económicas rápidas, como la polaca, han creado enorme riqueza en nuevas oportunidades de inversión, especulación cambiaria, en compañías más eficientes y más mezquinas, capaces de peinar el globo terráqueo en busca de la locación más barata para manufacturar. Pero, de México a China a Polonia, también han creado decenas de millones de personas desechadas, gente que pierde sus empleos cuando las fábricas cierran o que pierde sus tierras cuando se abren zonas de maquila.

Comprensiblemente, mucha de esta gente elige desplazarse: del campo a la ciudad, de un país a otro. Así como parece que Dziekanski hacía: van en busca de ese elusivo “normal”.

Pero no hay suficiente normal que alcance para todos. O al menos eso nos hacen creer. Así que conforme los migrantes se mueven, muchas veces se tienen que enfrentar con otros choques. Una traicionera valla de alambre de cuchillas que protege los enclaves norafricanos de España o una pistola Taser en la frontera de México con Estados Unidos. Canadá, que antes era mundialmente reconocido por su apertura hacia los refugiados, ahora militariza sus fronteras y la línea divisoria entre inmigrante y terrorista se vuelve cada vez más borrosa.

El trato inhumano que Dziekanski recibió de la policía canadiense debe ser visto en este contexto. La policía fue llamada cuando Dziekanski, perdido y desorientado, comenzó a gritar en polaco y, en determinado momento, arrojó una silla. Enfrentados con un extranjero como Dziekanski, que no hablaba inglés, ¿para qué hablar si se puede aplicar una descarga eléctrica? Se me ocurre que la misma lógica brutal, de la ruta más corta, guió la transición económica de Polonia hacia el capitalismo: ¿para qué tomar la ruta gradual, que requería de debate y aprobación, cuando la “terapia de choque” prometía una cura instantánea, aunque dolorosa?

Sé que estoy hablando de muy diferentes tipos de choques, pero sí se interconectan en un ciclo que llamo “la doctrina del choque”. Primero viene el choque de una crisis nacional, que orilla a los desesperados países a cualquier tipo de cura, dispuestos a sacrificar un proceso democrático. En 1989, en Polonia, ese primer choque fue el repentino fin del comunismo y el derrumbe económico. Después vino la terapia de choque económico, el proceso antidemocrático pasado a través de una ventana de crisis que logró que el crecimiento económico arrancara, pero que sacó a mucha gente de la foto.

En demasiados casos hay un tercer choque, el que disciplina y se encarga de la gente desechada: los desesperados, los migrantes, aquellos a los que el sistema enloquece.

Cada choque tiene el potencial de matar, algunos más repentinamente que otros.

* Arma que dispara descargas eléctricas, N de la T

** La autora, de nacionalidad canadiense, juega con las diferentes acepciones de la palabra shock en inglés: descarga eléctrica, terapia de choque económico (economic shock therapy) y conmoción. En castellano, la editorial Paidós tradujo el reciente libro de Naomi Klein como La doctrina del shock. T

© Naomi Klein www.naomiklein.org

Traducción: Tania Molina Ramírez

México: número uno en migrantes económicos

Artículo escrito por Roberto González Amador, publicado en La Jornada

BM: se consolida el país como el máximo expulsor de personas en busca de empleo

La frontera México-EU, el mayor corredor migratorio en el mundo
Crece también la salida de gente con instrucción universitaria, en su mayoría médicos
Es además el tercer receptor de remesas en el planeta, con 25 mil millones de dólares
México se consolidó como el país con más migrantes económicos en el mundo, en un flujo que ha convertido a la frontera con Estados Unidos en el punto de mayor tránsito de personas que van de un país a otro en busca de empleo, reveló un nuevo informe del Banco Mundial (BM).

El reporte, concluido hace menos de dos semanas, dio cuenta de la relevancia que han adquirido las remesas familiares en la economía nacional. México es el mayor receptor de remesas en la región, con un flujo que el Banco Mundial estimó para 2007 en 25 mil millones de dólares, uno por ciento más de las registradas por este ente en 2006.

El organismo también reportó un aumento de la migración de mexicanos con instrucción universitaria. Según datos recientes, 5 por ciento de los médicos que se forman en México van a trabajar a otro país, un porcentaje que duplica la media latinoamericana.

La información del Banco Mundial fue divulgada en momentos en que crece el temor de que los problemas en el sistema financiero de Estados Unidos, causados por un gran volumen de préstamos hipotecarios colocados sin garantía, se trasladen al sector productivo de la economía. La actividad económica de México es altamente dependiente de Estados Unidos, especialmente en el sector industrial y en cuanto a flujo de mercancías e inversiones.

El informe Migration and remittances factbook indicó que 11.5 millones de ciudadanos mexicanos han salido a otras naciones y, aunque no lo especifica, sobre todo a Estados Unidos. Esta cantidad es similar a la de Rusia, nación que tiene 140 millones de habitantes, 35 millones más que México.

En tercer sitio se encuentra India, con mil 110 millones de habitantes, de los que 10 millones han dejado su patria.

La migración de mexicanos y también de ciudadanos centroamericanos desde territorio mexicano ha convertido los 3 mil kilómetros de frontera común entre México y Estados Unidos en el mayor “corredor de migración” –como lo llama el Banco Mundial–, en el planeta, con un flujo de personas mayor al que se registra en las fronteras de Europa del Este o en puntos densamente poblados, como en Bangladesh e India.

Así, por el “corredor” México-Estados Unidos, en un periodo de cinco años, cruzaron 10.3 millones de migrantes hacia aquel país, una cantidad que fue más del doble del punto geográfico situado en segundo lugar, Rusia-Ucrania, con 4.8 millones de personas en similar periodo. En tercer sitio reportó el “corredor” Ucrania-Rusia, con 3.6 millones de personas.

Así como se ubica como el mayor expulsor de migrantes, México se colocó, como consecuencia, como el tercer receptor de remesas, con 25 mil millones de dólares, según la estimación del Banco Mundial –que difiere de proyecciones oficiales, que sitúan este flujo de recursos en 23 mil 500 millones de dólares. El primer sitio es ocupado por India, con 27 mil millones de dólares, y el segundo por China, con 25 mil 700 millones de dólares.

Según el reporte, 2.4 por ciento de los médicos de Latinoamérica han emigrado, una tasa que, en el caso de México, alcanza 5 por ciento.

9 de enero de 2008

Obesidad y comida chatarra

Fragmentos del artículo "Engaños y más engaños" escrito por René Drucker Colín y publicado el 8 de enero de 2008 en la Jornada.

Todos los días vemos en la televisión una serie de anuncios sobre una gran variedad de productos, que en la mayoría de los casos no sirven para lo que dicen que sirven. Muchos de estos anuncios se repiten a veces por decenas de minutos en horarios televisivos muy estratégicos. Ahí podemos ver desde las ridículas cremas reductoras, los instrumentos de diversa índole que producen unos cuerpos maravillosos en unos cuantos días, que en la realidad no sirven para nada, o más bien, sirven para enriquecer a consorcios económicos de dudosa respetabilidad, hasta alimentos que tienen, eso sí, la calidad de ser chatarra.

La chatarra, según el Diccionario de la lengua española de la Real Academia Española, es un término utilizado para definir algo de muy baja calidad. Es por ello que a los alimentos que contienen conservadores, colorantes, saborizantes artificiales, altos niveles de azúcar, grasas saturadas y colesterol se les conoce como comida chatarra. Ejemplos abundan desde que llegaron a México los McDonald’s y similares. Una “dieta chatarra”, rica en sales y azúcares, aunada a la falta de actividad física, trae consigo serias implicaciones para nuestra salud y la de nuestros hijos.

Más de 70 por ciento de los mexicanos en edad adulta padecen sobrepeso u obesidad y 10 millones de niños y adolescentes presentan ya este problema.


La situación sin duda tiene su origen en malos hábitos alimenticios, pero también en una engañosa publicidad y un asfixiante sistema de comercialización.

Según la asociación llamada El Poder del Consumidor, un niño que ve la televisión dos horas diarias habrá estado expuesto en un año a 12 mil 775 anuncios de productos chatarra y ni uno solo de información nutricional.

Investigadores del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán llevaron a cabo un estudio que arrojó datos importantes sobre costumbres alimenticias de nuevas generaciones de mexicanos. De un total de 4 millones y medio de niños de primero a sexto año de primaria, 28 por ciento llevaba de su casa algo para comer a la hora del recreo, 70 por ciento llevaba consigo dinero para comprar en la cooperativa y sólo 2 por ciento dependía de los desayunos escolares. De los niños que llevaban dinero, la gran mayoría compraba dulces, golosinas, frituras y refrescos [...]

Ante este incesante consumismo, la ciencia mundial ha llegado a conclusiones reveladoras: los adictos a la comida chatarra sufren el mismo tipo de enfermedad que las personas aquejadas por el alcoholismo o las drogas; de hecho, ahora se sabe que los cerebros de pacientes hambrientos operan de manera muy similar a los que sienten ansiedad por consumir alguna droga lícita o ilícita. Pero el mayor dilema es la inmensa problemática surgida en años recientes: la obesidad en nuestra población. México se ha colocado como el segundo país con mayor población de obesos después de Estados Unidos [...]

3 de enero de 2008

La (vacía) era del consumo

Cuando a Franklin D. Roosevelt le preguntaron qué libro daría a los soviéticos para mostrarles las ventajas de la sociedad estadounidense, señaló el catálogo de los almacenes Sears.

Durante el período de expansión económica posterior a la II Guerra Mundial, los consumidores occidentales, y especialmente los de Estados Unidos, se convirtieron en los más privilegiados, y los más hostigados, del planeta.



A lo largo y ancho de Estados Unidos surgían nuevos anhelos con el desarrollo de centros comerciales que permitían a los consumidores comprar a todas horas en condiciones climáticas controladas. Cuando el centro comercial Southdale abrió sus puertas en Minnesota en 1950, sus anuncios proclamaban que "cualquier día sería perfecto para hacer compras en Southdale".

En la década de 1970 se calculaba que los estadounidenses pasaban más tiempo en los centros comerciales que en ningún otro sitio, aparte de sus lugares de trabajo y sus casas.

—Fragmento del libro Ansiedad por el Estatus, de Alain de Botton

Graffiti vs publicidad

Una pared siempre ha sido el mejor lugar para publicar tu trabajo.

La gente que gobierna nuestras ciudades no entiende el graffiti, porque piensa que nada tiene derecho a existir si no genera una ganancia, lo que, por cierto, hace que su opinión no tenga valor.

Dicen que el graffiti asusta a la gente y que es un indicio de la decadencia de la sociedad, pero el graffiti sólo puede ser peligroso en la mente de tres tipos de personas: los políticos, los ejecutivos de publicidad y los graffiteros.

Quienes realmente ensucian nuestros vecindarios son las grandes compañías que garabatean inmensos eslogans en edificios y autobuses, tratando de hacernos sentir mal si no compramos lo que venden. Ellos sí, esperan poder gritarnos sus mensajes en la cara, sobre cualquier superficie posible, pero nosotros no tenemos permiso para responderles. Bien, ellos comenzaron la pelea y una pared es el arma para responderles.





Algunos se convierten en policías porque esperan hacer del mundo un mejor lugar. Algunos se convierten en vándalos, porque esperan hacer del mundo un lugar con mejor vista.

—Fragmento del libro Banksy, Wall and Piece.