28 de febrero de 2008

¿Globalización o Imperialismo?

La globalización se sitúa en el centro de varias agendas intelectuales y políticas, dado que plantea preguntas cruciales acerca de lo que, se considera ampliamente, constituye la dinámica fundamental de nuestro tiempo: la transformación radical de las relaciones e instituciones sociales y económicas que, en los albores del siglo XXI, redefinen una época.

La globalización es tanto una descripción como una prescripción, que a su vez sirve como explicación – una explicación pobre – y como ideología que domina el pensamiento social y el diseño y puesta en práctica de políticas. En cuanto descripción, “la globalización” se refiere a la ampliación y profundización de los flujos internacionales de comercio, capital y tecnología e información dentro de un solo mercado global integrado. De la manera como sucede con el término “aldea global”, sirve para identificar un conjunto de cambios producidos por la dinámica del desarrollo capitalista, al igual que la difusión de valores y prácticas culturales asociada con este desarrollo. En este contexto, frecuentemente se hace referencia a los cambios ocurridos en la organización capitalista de la producción y de la sociedad; extensiones de un proceso de acumulación de capital hasta ahora ejercido principalmente en el ámbito nacional y restringido a los confines – y poderes reguladores – del Estado. En cuanto prescripción, la globalización supone la liberalización de los mercados nacionales y mundial bajo la creencia de que el libre flujo de comercio, capital e información producirá el mejor resultado para el crecimiento y el bienestar humano. En ambos niveles, sea descriptivo o prescriptible, “la globalización” se presente con el aura de lo inevitable y de una convicción avasalladora, delatando sus raíces ideológicas...

Tenemos aquí una importante división entre la perspectiva teórica y analítica. Por un lado, quienes conciben la globalización como un conjunto de procesos interrelacionados e inevitables, a la que sólo puede y debe hacérsele determinados ajustes… Desde esta perspectiva (i.e. lo inevitable de la globalización), el asunto por dilucidar es cómo un país en particular, o un grupo de países, puede ajustarse a los cambios de la economía mundial e insertarse en el proceso de globalización bajo las condiciones más favorables. [Keith] Griffin, entre otros, cree que tal integración y adaptación es una cuestión necesaria y posible. El asunto, argumenta, es de qué manera pueden encauzarse las fuerzas que conducen el proceso de globalización para servir a los requerimientos del desarrollo humano.

Por otro lado, quienes conciben la globalización como proyecto de clase, y no como proceso inevitable, visualizan los hechos y cambios asociados con ésta de manera diferente. Bajo esta óptica, el término globalización no es considerado como particularmente útil para describir la dinámica del fenómeno. Es visto, en cambio, al igual que lo hacemos nosotros, como una herramienta ideológica utilizada por la prescripción. En este contexto, puede contraponerse con un término que tiene un valor descriptivo y un poder explicativo considerablemente mayor: imperialismo.

Partiendo de este último concepto, la red de instituciones, que define la estructura del nuevo sistema económico global, no es considerada en términos estructurales sino como intencional y contingente, sujeta al control de individuos que representan y promueven los intereses de una nueva clase capitalista internacional. Dicha clase, se argumenta, está sustentada en instituciones que conjuntan alrededor de 37,000 corporaciones transnacionales (TNC), las cuales son las unidades operativas del capitalismo global, portadoras del capital y la tecnología, y principales agentes del nuevo orden imperial. Estas TNC no constituyen el único fundamento organizacional del nuevo orden: incluyen también el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y otras instituciones financieras internacionales (IFI), es decir, “la comunidad financiera internacional”, o lo que Barnet y Cavenagh denominan, “red financiera global”. Además, el Nuevo Orden Mundial está integrado por una miríada de foros de planeción y diseño de políticas globales, tales como el Grupo de los Siete (G-7), la Comisión Trilateral (CT) y el Foro Económico Mundial (FEM); al igual que por el aparato de Estado de los países situados en el centro del sistema, aparato que ha sido reestructurado para servir y responder a los intereses del capital global. Todas estas instituciones forman parte integral del nuevo imperialismo: el nuevo sistema de “gobierno global”.

Petras, James y Henry Velimeyer, “Comprender el desarrollo mundial: ¿globalización o imperialismo?” en La globalización desenmascarada. El imperialismo en el siglo XXI, México, 2003.