18 de julio de 2007

La pobreza del Vaticano

"Nunca das a los pobres lo que es tuyo, simplemente les devuelves lo que les pertenece porque los bienes de los que te has apropiado fueron donados para que todos los disfrutaran. La tierra es de todos, no sólo de los ricos".
Cuando el Papa pronunció esta sentencia, el Vaticano era el mayor propietario del mundo de bienes raíces.


[...] Si Roma no se hizo en un día, el Vaticano tampoco, y menos su actual opulencia. El problema de la iglesia opulenta (y todos los que aspiran a seguir las enseñanzas de Jesucristo deben tener en cuenta que la riqueza constituye un problema) tiene sus raíces en el siglo IV de la era cristiana, que es cuando el Emperador Constantino se convirtió al cristianismo y puso a disposición del Papa Silvestre I una colosal fortuna, de hecho lo transformo en el primer Papa rico de la historia.

La iglesia católica es la única organización religiosa del mundo que tiene como cuartel general un estado independiente: La ciudad del Vaticano. Con sus 2 kilómetros cuadrados de superficie, el Vaticano es mucho más pequeño que muchos campos de golf del mundo; Y para recorrerlo sin prisa no se necesita mucho más de una hora; contar sus riquezas, sin embargo, llevaría bastante más tiempo.

La moderna opulencia del Vaticano se basa en la generosidad de Benito Mussolini, quien gracias a la firma del tratado de Letran entre su gobierno y el del Vaticano, otorgó a la iglesia católica una serie de garantías y medidas de protección. La "Santa Sede" consiguió que la reconocieran como un estado soberano, se benefició de la exención impositiva de sus bienes como en beneficio de sus ciudadanos, tampoco tenían que pagar derechos arancelarios por lo que importaran del extranjero. Se le concedió la inmunidad diplomática y sus diplomáticos empezaron a gozar de posprivilegios de la profesión, al igual que los diplomáticos extranjeros acreditados ante la Santa Sede. Mussolini se comprometió a introducir la enseñanza de la religión católica en todas las escuelas del país y dejo la institución del matrimonio bajo el patronazgo de las leyes canónicas, que no admitían el divorcio. Los beneficios que recibió el vaticano fueron enormes, entre ellos, los beneficios fiscales fueron preponderantes.


(La nona ora, Maurizio Cattalan, 1999)

En 1933, el Vaticano volvió a demostrar su habilidad al entablar lucrativos negocios con los gobiernos fascistas. Al concordato de 1929, firmado con Mussolini, le siguió otro entre la Santa Sede y el Tercer Reich de Hitler. El gestor Francesco Pacelli fue una de las figuras clave del pacto con Mussolini; su hermano, el cardenal Eugenio Pacelli, futuro Papa Pio XII fue el encargado de negociar como Secretario de Estado Vaticano, la firma del tratado con la Alemania de Hitler.

[...] A pesar de la constante y gran presión mundial, el Papa Pio XII siempre se negó a excomulgar a Hitler y a Mussolini, su pontificado se caracterizo por adoptar una falsa pose de neutralidad. Cuando los Nazis invadieron Polonia, Pio XII se negó a condenar la invasión; una de las mayores ventajas que obtendría el Vaticano del muy lucrativo acuerdo que mantenía con Hitler era la confirmación del Kirchensteuer, o sea un impuesto eclesiástico; se trata de un impuesto estatal que aun hoy día deben pagar los creyentes alemanes, y que sólo pueden eludir si renuncian a su religión. En la práctica, son muy pocos los que renuncian a ella. Este impuesto representa por sí solo entre el 8 y el 10 % del total impositivo que recauda el gobierno alemán.

El 7 de junio de 1929 el Papa Pio XI fundó la administración especial y al advertir su habilidad para los negocios, encargó su dirección al seglar Bernardino Nogara, quien además de disponer de muchos millones de dólares con los que especular se le dejo vía libre a todo tipo de transacciones bursátiles, incluido el juego en la bolsa y la compra de acciones de empresas cuyas actividades colisionaban con las enseñanzas doctrinales de la iglesia. Eran empresas que producían bombas, tanques, pistolas y preservativos. Todo ello podía ser condenado desde los púlpitos, pero sus dividendos, gracias a las actividades de Nogara, contribuían a llenar las arcas de San Pedro.

El 27 de junio 1942 el papa Pio XII decidió modernizar otra parte del Vaticano, que fue a parar a las manos de Nogara. El papa disolvió la Administración para trabajos religiosos y creó el Instituto para Trabajos Religiosos conocido actualmente como Banco del Vaticano (sólo el propio Vaticano no lo reconoce con tal denominación).

No cabe duda de que Nogara no era un hombre para jugar al monopolio. Además de comprar bancos, Nogara adquirió, para el Vaticano, los intereses mayoritarios de muchas otras empresas que le permitían controlar sectores tales como los seguros, el acero, las financieras, la harina, la industria mecánica, el cemento, y la propiedad inmobiliaria. En relación con este ultimo, cabe destacar la adquisición por lo menos del 15% de la colosal empresa inmobiliaria y más antigua de Italia, La Societa Generale Inmobiliare, que le proporcionó al vaticano un vasto poder en cuestión de propiedades.

Paul Marcinkus nació en los suburbios de Cicero Illinois el 15 de enero de 1922, con la guía del cura de la parroquia sintió la vocación del sacerdocio y se ordenó en 1947. [...] Después de una carrera marcada de éxitos [...] el futuro banquero de Dios se doctoró en derecho canónico. En 1963 durante sus frecuentes visitas al Vaticano, el cardenal de Nueva Cork, Francis Spellman, llamo la atención del Papa Pablo VI sobre las potenciales cualidades del padre Marcinkus.

La vertiginosa promoción de Marcinkus formaba parte de un estudiado cambio de política por parte del Vaticano. Tener que pagar enormes impuestos por los beneficios bursátiles y quedar al descubierto como el propietario de inmuebles y empresas italianas, no le convenía al Vaticano, especialmente cuando alguna de estas empresas fabricaba unos pequeños y paradójicamente embarazosos productos conocidos como píldoras anticonceptivas (durante este período el Vaticano se siguió beneficiando de las ganancias derivadas de una de las muchas empresas que poseía: El instituto farmacológico Sereno. Uno de los productos de más venta elaborados por Sereno, era una píldora anticonceptiva que se llamaba Luteolas) contra las cuales no hacía mucho que Pablo VI había invocado la Ira de Dios.

Por lo tanto el pontífice y sus consejeros económicos habían decidido que lo más conveniente era reducir las inversiones del Vaticano en el mercado italiano y traspasar sus riquezas a mercados extranjeros, principalmente a Estados Unidos, también querían empezar a moverse en las lucrativas aguas pantanosas del eurodólar y el mercado negro. Marcinkus fue escogido para ser un componente esencial de la nueva estrategia.

A través de los canales ilegales de trafico de divisas de los que disponían el banco del vaticano y el banco suizo, del cual también era propietario el Vaticano, junto con el mafioso Siciliano Michael Sindona, la Santa Sede hizo fluir copiosamente los bienes que poseían, fuera de Italia.

A comienzos de los 70´s, las fugas ilegales de divisas eran ya tan masivas que habían empezado a provocar graves problemas en la economía italiana. Es probable que Sindona y Marcinkus ganaran suculentos dividendos con sus encarados esfuerzos por exportar clandestinamente de Italia enormes sumas de dinero, pero sus actividades producían unos efectos devastadores en la Lira. Aumentó el desempleo, aumentó el coste de la vida. Desentendidos de las secuelas de sus acciones ambos (Sindona y Marcinkus) y sus asociados (Roberto Calvi entre otros) siguieron dedicados a invertir en el mercado de valores. Al inflar la cotización de las acciones hasta niveles desaforados, los bancos de su propiedad arrasaban y devoraban millones de dólares de otras personas.

Al igual que su íntimo amigo Roberto Calvi, dueño del Banco Ambrosiano, Michael Sindona no dejaba de alardear y de ufanarse de ser el que controlaba la bolsa de Milán. En realidad, la controlaban los dos. Se trataba de una estrategia realmente criminal, en la que ambos reincidían impunemente, las acciones subían y bajaban igual que si fuera un yo-yo, y se beneficiaban con la compra-venta de una y otra empresa.

El Finabank también formaba parte de la gigantesca empresa de limpieza de dinero sucio que trabajaba para la mafia y por ende para el Vaticano, las empresas de Canadá y México se usaban para hacer llegar a Estados Unidos, a través de las fronteras canadiense y mexicana, el dinero en dólares de la mafia, de los francmasones, y de muchas otras empresas y operaciones ilegales de carácter delictivo. Llegaba en maletas y se invertía en bonos del Estado, que luego se enviaban al Finabank, por ser limpios y fácilmente negociables. Si la mafia quería hacer regresar a Italia este dinero, previamente limpiado, utilizaba los canales del Banco del Vaticano.

Con todas estas triquiñuelas, la iglesia pobre para los pobres que pregonaba Pablo VI se volvía cada vez más rica. Las maniobras del vaticano para despojarse de su opulencia, demasiado notoria en Italia, y distribuirla mejor disfrazada por el resto del mundo, tuvo como resultado inmediato que hombres como Calvi y Sindona se dedicaran a la sistemática expoliación de la humanidad para enriquecer a la iglesia católica y a su Sumo Pontífice Pablo VI.

En el mensaje que el Papa Pablo VI había dado a conocer al mundo en su encíclica Populorum Progressio, el Papa citaba a San Ambrosio: "Nunca das a los pobres lo que es tuyo, simplemente les devuelves lo que les pertenece porque los bienes de los que te has apropiado fueron donados para que todos los disfrutaran. La tierra es de todos, no sólo de los ricos". Cuando el Papa pronunció esta sentencia, el Vaticano era el mayor propietario del mundo de bienes raíces.

[...] En su 1er día como Pontífice, albino Luciani, el Papa juan Pablo I no explicó a sus millones de oyentes cómo pensaba hacer realidad su sueño de una iglesia pobre, sin embargo, a las pocas horas de su designación el nuevo Papa ya se había embarcado en la acción para hacer efectiva esta aspiración suya, a la que consideraba de importancia vital para la iglesia católica.

[...] En la noche del 27 de agosto de 1978, Luciani cenó con el cardenal Jean Villot, a quien le pidió que continuara, al menos durante un tiempo como Secretario de Estado Vaticano. Villot aceptó. [...] Mientras cenaba con el cardenal Villot, instruyó al confirmado secretario de Estado para que iniciara de inmediato una investigación, que consistiría en una revisión de todas las operaciones del Vaticano, con análisis detallados de cada uno de sus aspectos "Ningún departamento, ninguna congregación, ninguna sección debería ser excluida". Le aclaró que le preocupaba de modo especial la actuación del instituto para tareas religiosas, conocido generalmente como Banco del Vaticano. La inspección financiera tenía que realizarse de forma discreta, rápida y completa. El nuevo Papa advirtió a su Secretario de Estado que, una vez que hubiera estudiado el informe, decidiría cual era el curso de acción mas adecuado.

[...] Luciani también estaba decidido a dar a la iglesia un giro de 180º, que la apartara de los aspavientos de grandeza terrenal para devolverla al sencillo sendero que había marcado el fundador de la cristiandad. [...] A la cabeza de las reformas y cambios prioritarios figuraban la necesidad de alterar radicalmente la relación del Vaticano con el capitalismo y el deseo de aliviar los grandes sufrimientos que vivía parte de al humanidad a causa de la encíclica Humanae Vitae.

[...] Eran las 21:25 hrs. cuando Albino Luciani cerró la puerta de su despacho y se retiró a sus aposentos. Su cuerpo sin vida sería encontrado a la mañana siguiente. Las circunstancias precisas en relación con el descubrimiento de su cuerpo, demuestran con bastante elocuencia que el Vaticano perpetró un encubrimiento.

Extracto de El Vaticano, la otra cara.