Fin de la fiesta
Nueva York, 22 de octubre. Uno sabe que las cosas están verdaderamente mal cuando empiezan a despedir a las “conejitas” de Playboy, las encueratrices tienen cada vez menos clientes en los antros, las escorts ofrecen descuentos, la FBI investiga a los “caballeros” de las grandes empresas financieras, antes tan “respetados” y ahora acusados de ser bandidos borrachos, uno de los gurús del capitalismo desregulado confiesa que “no funciona”, y el jefe del FMI está envuelto en un escándalo por sus aventuras románticas en medio del peor desastre financiero desde la Gran Depresión.
Por ahora es el fin de la fiesta.
Los costos de la crisis financiera de Wall Street ya se manifiestan en las calles de las ciudades, pueblos y campos de este país, cada día con avisos de recortes de empleos y reducción de la demanda y el consumo, y el aumento de la deuda a nivel federal, estatal y personal.
Hoy Alan Greenspan, el ex presidente de la Reserva Federal considerado gurú del sistema financiero, tuvo que admitir: “cometí un error en suponer que los intereses propios de las organizaciones, específicamente bancos y otros, eran tales que eran los más capaces para proteger a sus accionistas y sus intereses en las empresas”, y dijo que en su ideología de libre mercado “he encontrado una falla. No sé qué tan significativa o permanente es, pero he estado muy angustiado por ese hecho”, afirmó en una audiencia ante el Congreso en torno a la crisis.
Durante casi dos décadas (hasta 2006), Greenspan controló el banco central de Estados Unidos, desde donde promovió la desregulación. El representante federal demócrata Henry Waxman le preguntó hoy a Greenspan si “no funciona su ideología” del libre mercado, a lo cual respondió: “absolutamente, precisamente. Ésa es precisamente la razón por la cual me sorprendí, porque por unos 40 años o más yo trabajé con evidencias considerables de que sí funcionaba excepcionalmente bien”.
Ese “error” de confiar en las virtudes del “libre mercado”, que cometiera Greenspan y buena parte de la cúpula política y económica de este país tiene cada día costos más desastrosos.
Hoy General Motors y Chrysler anunciaron que cesarán a más trabajadores, sobre los miles que ya han liquidado, y en estos últimos días la farmacéutica Merck anunció que eliminará 7 mil 200 empleos, 12 por ciento de su nómina. Yahoo anunció un recorte de por lo menos 10 por ciento de sus trabajadores. Xerox, unos 3 mil, junto con una larga fila de empresas que están haciendo lo mismo. Todo esto es adicional a las cifras de desempleo ya registradas. Según cálculos del Instituto de Políticas Económicas, con base en cifras oficiales, el número de desempleados se ha incrementado en 2.2 millones a lo largo del último año, llegando en septiembre a 9.5 millones en total, el número más elevado en 15 años.
La propia industria financiera podría llegar a despedir un total de 200 mil, reportó la agencia Ap (110 mil ya se han perdido hasta la fecha). Goldman Sachs, uno de los bancos de inversiones de mayor prestigio, anunció hoy que cesará a unos 3 mil 200 empleados.
Por otro lado, el número de juicios hipotecarios se ha incrementado 21 por ciento, comparado con un año atrás, y algunos calculan que un promedio de 10 mil hogares se suman cada semana. Es por ello que uno de los eventos anuales más aburridos en general se convirtió casi en nota roja este año. Esta semana, en la convención de la Asociación de Banqueros Hipotecarios, celebrada en San Francisco, alguien intentó hacer un “arresto ciudadano” de Karl Rove (el estratega político de George W. Bush), llegando al podio y acusándolo de “traición”. Otra mesa fue interrumpida por manifestantes que demandaron una moratoria de juicios hipotecarios, y en las entradas al encuentro se coreaban consignas contra los banqueros.
Este fin de semana, por lo menos dos manifestaciones, una en Wall Street y otra en Baltimore, han sido convocadas para denunciar el rescate financiero de los bancos y demandar apoyo financiero y suspensión de juicios hipotecarios para las familias afectadas por esta crisis.
La ira popular y el juego político sobre cómo responder a todo esto ha obligado a que se anuncie una serie de investigaciones de la FBI sobre el manejo de algunas de las empresas que están en el centro de la crisis, como Lehman Brothers y las gigantescas hipotecarias Fannie Mae y Freddie Mac. Pero estos esfuerzos se ampliarán a otras, y la tarea es tan grande que la FBI tendrá que duplicar el número de agentes que trabajan en “delitos financieros”.
A la vez, los ejecutivos de AIG, la aseguradora más grande del país, rescatada por 85 mil millones de dólares por el gobierno federal, ahora están bajo investigación por el procurador general del estado de Nueva York, lo cual ha obligado a que la empresa suspenda pagos de un fondo de bonos para ejecutivos de 600 millones, como también un pago de 19 millones que estaba por entregar a su ex ejecutivo en jefe.
El procurador general estatal, Andrew Cuomo, denunció la idea de pagar bonos a ejecutivos que llevaron casi a la bancarrota a la empresa. Hace un par de semanas, esta empresa provocó un escándalo cuando se divulgó que gastó cientos de miles de dólares en vacaciones en hoteles de lujo para decenas de sus ejecutivos después de ser rescatada con fondos públicos.
Y mientras esta crisis se extiende por el país y el mundo, y todos hablan de una “recesión global”, el Fondo Monetario Internacional intenta responder a lo que ha llamado “la crisis financiera más grave desde la Gran Depresión”. Pero justo en este momento estalló otra crisis: la revelación de que Dominique Strauss-Kahn, el director gerente del FMI, está bajo investigación interna para ver si abusó de su poder en beneficio de una amante que trabajaba con él y quien renunció en agosto. Aparentemente, el affair –entre Strauss-Kahn y Piroska Nagy, alta funcionaria en el departamento sobre África del fondo–, amenaza la confiabilidad en su manejo del organismo multilateral.
Así, entre gurús del “libre mercado” confesando que tal vez no funciona, los antiguos “maestros del universo” (los ejecutivos de Wall Street) bajo investigación, banqueros bajo sitio en sus convenciones, un presidente que tiene el nivel de aprobación más bajo de la historia, millones pagan ya los costos de la crisis, y muchos analistas dicen que esto apenas empieza.
Hasta las “conejitas” de Playboy están esperando ver cuántas perderán su chamba con esa empresa por reducir de manera masiva sus oficinas en Los Ángeles y Nueva York, según algunas versiones de los medios. Y según algunos informes, los antros para “caballeros” en Nueva York están cada vez más vacíos, con las encueratrices bailando para menos clientes que pagan menos.
Ya se apagó la música, ya se fueron las mujeres, ya no hay pachangas todo pagado. Se acabó la fiesta.
Artículo escrito por David Brooks y publicado en La Jornada.