27 de julio de 2007

¿Qué hacen bien? II

Artículo de Marcos Roitman, publicado en La Jornada

Las burguesías progresistas y liberales
Recientemente tuve la oportunidad de constatar el odio que sienten las burguesías latinoamericanas que se dicen progresistas y de izquierdas hacia los procesos políticos anticapitalistas existentes en América Latina.

Particularmente, los casos de Bolivia, Ecuador y ya no digo Venezuela y Cuba. Bajo este manto de progresistas elaboran alambicados argumentos sobre las libertades individuales, los derechos políticos y el sacrificio personal para justificar el éxito de los procesos políticos progresistas (el suyo) y descalificar los proyectos anticapitalistas. Todo comienza con un argumento asentado en una reafirmación de su yo, subrayándolo de manera que no quepa duda. Estamos ante una persona que reivindica su individualidad. La sociedad es el resultado de un contrato entre yos. Esfuerzo, disciplina, control, ascetismo y una fuerte dosis de moral, fundada en valores cuya máxima es competir. Nada más progresista que luchar por salir adelante en condiciones de extrema pobreza. Generación espontánea. Afrontar dificultades sin parangón. Romper los moldes y expresar al resto de la humanidad la grandeza de prosperar por cuenta propia bajo la tesis: la riqueza no es de nadie, es de quien trabaja, sudar y apropiarse de una parte alícuota de la misma. Justicia distributiva. El círculo virtuoso de la educación, el conocimiento y la movilidad social ascendente, el fetiche sobre el cual se edifica una mentalidad ganadora. El triunfo del capitalismo, el mercado competitivo y la fuerza de la democracia representativa.

Las elites progresistas y liberales se recrean en esta dinámica. Estudian sin perder de vista sus objetivos. Así comienzan su instrucción ideológica y su educación para ser competitivos. Realizan cursos intensivos de idiomas. Inglés, francés, alemán y ahora chino. Como parte de su estética se incorporan al mundo bajo su concepto de la dieta sana, practican deportes para quitarse el estrés después de una jornada ardua de sufrir los avatares de sus acciones en la Bolsa. Pasan una parte importante del día en Internet y no pierden la posibilidad de jugar al play station. Su horizonte mediato es comprar una vivienda de grandes dimensiones, disfrutar de vacaciones de lujo, solventar sus fondos de pensiones y tener una gran pantalla plana de televisión, nueva maravilla de la sociedad de la imagen. No menos que permitirse jugar golf, deporte para las elites progresistas y de izquierda amantes de la naturaleza, el verde, las buenas vistas y la exclusividad. Estas elites portadoras del sentido de la tolerancia son políticamente correctas en sus modos. Nada se les escapa. Ni el discurso de género ni las críticas a las torturas en Guantánamo, ni su repulsa a la guerra contra Irak ni tantas felonías o invasiones, siempre y cuando formen parte de un pasado muy lejano y no comprometan ninguna de sus concepciones de tolerancia, multi y pluricultural. Como parte de la nueva izquierda política e intelectual de la burguesía progresista son militantes activos. Se comprometen y se adscriben a los partidos de la izquierda institucional. Les une una lucha: evitar la destrucción del planeta Tierra, frenar a la derecha, los populismos de izquierda y los totalitarismos. ¿Quién puede oponerse? Ellos son el referente de la democracia de nuevo cuño. Abanderados de la gobernanza mundial. Con ello destapan lo invisible. Si para lograr esos objetivos deben recurrir a la sociedad-espectáculo, no tienen remilgos. De esta manera, no se cortan un pelo en organizar performance con el objetivo de mostrar cómo y de qué manera se viola, se tortura o se practica la pedofilia. Son alimañas. Disfrutan con los relatos sobre técnicas aplicadas en los campos de concentración y los centros de torturas en los países del cono sur. Siguen el relato con entusiasmo y piden más. Están ávidos de carnaza. Por otro lado, se jactan frente a los demás de ser grandes defensores de todo cuanto huele a libertad humana y de oponerse a la pobreza, la explotación, la desigualdad. Lloran cuando les cuentan calamidades y ven niños desnutridos con estómagos hinchados, rodeados de moscas en la boca, ojos saltones y blancos a punto de morir por desnutrición o ser engullidos por un buitre. Les sube la adrenalina. Se hacen socios de organizaciones no gubernamentales y solicitan apoyos para Médicos Sin Fronteras y asociaciones humanitarias. Por un instante se adscriben al pensamiento más progresista. Se sienten de izquierda, pero viven en Europa. En América Latina ya hay mucha violencia y no se está muy seguro en las calles. Han decidido abandonar sus países o simplemente viajar por el mundo y gozar de las mieles de Occidente. Pasearse por París, Londres, Amsterdam, Berlín, Madrid, Oslo, etcétera. Como elite, se juntan con sus iguales. Pero no les toquen sus bemoles, mientras sus homólogos europeos pierden su identidad y adoptan las formas culturales yankis yéndose a las universidades de Estados Unidos como símbolo de prestigio. Todo se maneja en los mismos parámetros. Sin embargo, la cosa cambia cuando se introducen variables ajenas a sus valores. ¿Cómo se lucha contra la explotación y la pobreza sin redistribuir la riqueza? ¿Cómo se recuperan las riquezas básicas, en manos de las multinacionales, cuyas fortunas se han logrado bajo contratos ilícitos y evadiendo capitales? ¿Qué pasa si se realizan reformas agrarias para limitar el poder de las oligarquías terratenientes y se potencia la organización popular de los trabajadores del campo para crear cooperativas de producción? ¿Qué ocurre cuando se busca refundar el Estado sobre leyes de autonomía que reconocen la realidad multiétnica de los pueblos indios?



Cuando éstas y otras cuestiones se ponen sobre la mesa desaparece para siempre el ideario progresista y de izquierda de la burguesía latinoamericana. Les aflora su condición de clase y se ubican donde siempre han estado. Su odio profundo hacia Evo Morales, Hugo Chávez, Rafael Correa, los sitúa en su posición política. Los hace participar en la estrategia desestabilizadora contra dichos gobiernos, además de mostrar su rabioso anticomunismo. No tienen argumentos, sólo destilan rabia y mala baba. Se sienten amigos de Michelle Bachelet, Lula o Tabaré. Mientras se hable de sus gobiernos se sienten cómodos. Son divertidos, incluso irónicos. Tienen sentido del humor. Pero mencione usted los éxitos en Bolivia, Venezuela, Cuba y las transformaciones en Ecuador. Eso les cambia la cara, lo acusan de ser fascista o comunista por defender el sentido de la democracia social. Eso fue lo que ocurrió en El Escorial, en el marco de los cursos de verano. En la sobremesa todo transcurría sin sobresaltos, hasta que se me ocurrió defender lo indefendible, según ellos. Mi prestigio cayó al suelo. Como siempre, llegué a la misma conclusión: debo ser progresista y de izquierda, pero sin dejar de ser buen liberal y capitalista.

¿Qué hacen bien?

Entrevista (en inglés) de Bill O'Reilly, reaccionario y conductor de Fox News -modelo a seguir de algunos medios electrónicos en México- a Bill Maher, conductor liberal de un programa nocturno de HBO y feroz crítico de Bush. Ante la pregunta ¿qué hace bien la derecha? Maher responde "la capacidad que tienen para convertirlo todo en un escándalo mediático y luego olvidarlo". De ahí pasan a una serie de coincidencias sexenales y transexenales.


18 de julio de 2007

La pobreza del Vaticano

"Nunca das a los pobres lo que es tuyo, simplemente les devuelves lo que les pertenece porque los bienes de los que te has apropiado fueron donados para que todos los disfrutaran. La tierra es de todos, no sólo de los ricos".
Cuando el Papa pronunció esta sentencia, el Vaticano era el mayor propietario del mundo de bienes raíces.


[...] Si Roma no se hizo en un día, el Vaticano tampoco, y menos su actual opulencia. El problema de la iglesia opulenta (y todos los que aspiran a seguir las enseñanzas de Jesucristo deben tener en cuenta que la riqueza constituye un problema) tiene sus raíces en el siglo IV de la era cristiana, que es cuando el Emperador Constantino se convirtió al cristianismo y puso a disposición del Papa Silvestre I una colosal fortuna, de hecho lo transformo en el primer Papa rico de la historia.

La iglesia católica es la única organización religiosa del mundo que tiene como cuartel general un estado independiente: La ciudad del Vaticano. Con sus 2 kilómetros cuadrados de superficie, el Vaticano es mucho más pequeño que muchos campos de golf del mundo; Y para recorrerlo sin prisa no se necesita mucho más de una hora; contar sus riquezas, sin embargo, llevaría bastante más tiempo.

La moderna opulencia del Vaticano se basa en la generosidad de Benito Mussolini, quien gracias a la firma del tratado de Letran entre su gobierno y el del Vaticano, otorgó a la iglesia católica una serie de garantías y medidas de protección. La "Santa Sede" consiguió que la reconocieran como un estado soberano, se benefició de la exención impositiva de sus bienes como en beneficio de sus ciudadanos, tampoco tenían que pagar derechos arancelarios por lo que importaran del extranjero. Se le concedió la inmunidad diplomática y sus diplomáticos empezaron a gozar de posprivilegios de la profesión, al igual que los diplomáticos extranjeros acreditados ante la Santa Sede. Mussolini se comprometió a introducir la enseñanza de la religión católica en todas las escuelas del país y dejo la institución del matrimonio bajo el patronazgo de las leyes canónicas, que no admitían el divorcio. Los beneficios que recibió el vaticano fueron enormes, entre ellos, los beneficios fiscales fueron preponderantes.


(La nona ora, Maurizio Cattalan, 1999)

En 1933, el Vaticano volvió a demostrar su habilidad al entablar lucrativos negocios con los gobiernos fascistas. Al concordato de 1929, firmado con Mussolini, le siguió otro entre la Santa Sede y el Tercer Reich de Hitler. El gestor Francesco Pacelli fue una de las figuras clave del pacto con Mussolini; su hermano, el cardenal Eugenio Pacelli, futuro Papa Pio XII fue el encargado de negociar como Secretario de Estado Vaticano, la firma del tratado con la Alemania de Hitler.

[...] A pesar de la constante y gran presión mundial, el Papa Pio XII siempre se negó a excomulgar a Hitler y a Mussolini, su pontificado se caracterizo por adoptar una falsa pose de neutralidad. Cuando los Nazis invadieron Polonia, Pio XII se negó a condenar la invasión; una de las mayores ventajas que obtendría el Vaticano del muy lucrativo acuerdo que mantenía con Hitler era la confirmación del Kirchensteuer, o sea un impuesto eclesiástico; se trata de un impuesto estatal que aun hoy día deben pagar los creyentes alemanes, y que sólo pueden eludir si renuncian a su religión. En la práctica, son muy pocos los que renuncian a ella. Este impuesto representa por sí solo entre el 8 y el 10 % del total impositivo que recauda el gobierno alemán.

El 7 de junio de 1929 el Papa Pio XI fundó la administración especial y al advertir su habilidad para los negocios, encargó su dirección al seglar Bernardino Nogara, quien además de disponer de muchos millones de dólares con los que especular se le dejo vía libre a todo tipo de transacciones bursátiles, incluido el juego en la bolsa y la compra de acciones de empresas cuyas actividades colisionaban con las enseñanzas doctrinales de la iglesia. Eran empresas que producían bombas, tanques, pistolas y preservativos. Todo ello podía ser condenado desde los púlpitos, pero sus dividendos, gracias a las actividades de Nogara, contribuían a llenar las arcas de San Pedro.

El 27 de junio 1942 el papa Pio XII decidió modernizar otra parte del Vaticano, que fue a parar a las manos de Nogara. El papa disolvió la Administración para trabajos religiosos y creó el Instituto para Trabajos Religiosos conocido actualmente como Banco del Vaticano (sólo el propio Vaticano no lo reconoce con tal denominación).

No cabe duda de que Nogara no era un hombre para jugar al monopolio. Además de comprar bancos, Nogara adquirió, para el Vaticano, los intereses mayoritarios de muchas otras empresas que le permitían controlar sectores tales como los seguros, el acero, las financieras, la harina, la industria mecánica, el cemento, y la propiedad inmobiliaria. En relación con este ultimo, cabe destacar la adquisición por lo menos del 15% de la colosal empresa inmobiliaria y más antigua de Italia, La Societa Generale Inmobiliare, que le proporcionó al vaticano un vasto poder en cuestión de propiedades.

Paul Marcinkus nació en los suburbios de Cicero Illinois el 15 de enero de 1922, con la guía del cura de la parroquia sintió la vocación del sacerdocio y se ordenó en 1947. [...] Después de una carrera marcada de éxitos [...] el futuro banquero de Dios se doctoró en derecho canónico. En 1963 durante sus frecuentes visitas al Vaticano, el cardenal de Nueva Cork, Francis Spellman, llamo la atención del Papa Pablo VI sobre las potenciales cualidades del padre Marcinkus.

La vertiginosa promoción de Marcinkus formaba parte de un estudiado cambio de política por parte del Vaticano. Tener que pagar enormes impuestos por los beneficios bursátiles y quedar al descubierto como el propietario de inmuebles y empresas italianas, no le convenía al Vaticano, especialmente cuando alguna de estas empresas fabricaba unos pequeños y paradójicamente embarazosos productos conocidos como píldoras anticonceptivas (durante este período el Vaticano se siguió beneficiando de las ganancias derivadas de una de las muchas empresas que poseía: El instituto farmacológico Sereno. Uno de los productos de más venta elaborados por Sereno, era una píldora anticonceptiva que se llamaba Luteolas) contra las cuales no hacía mucho que Pablo VI había invocado la Ira de Dios.

Por lo tanto el pontífice y sus consejeros económicos habían decidido que lo más conveniente era reducir las inversiones del Vaticano en el mercado italiano y traspasar sus riquezas a mercados extranjeros, principalmente a Estados Unidos, también querían empezar a moverse en las lucrativas aguas pantanosas del eurodólar y el mercado negro. Marcinkus fue escogido para ser un componente esencial de la nueva estrategia.

A través de los canales ilegales de trafico de divisas de los que disponían el banco del vaticano y el banco suizo, del cual también era propietario el Vaticano, junto con el mafioso Siciliano Michael Sindona, la Santa Sede hizo fluir copiosamente los bienes que poseían, fuera de Italia.

A comienzos de los 70´s, las fugas ilegales de divisas eran ya tan masivas que habían empezado a provocar graves problemas en la economía italiana. Es probable que Sindona y Marcinkus ganaran suculentos dividendos con sus encarados esfuerzos por exportar clandestinamente de Italia enormes sumas de dinero, pero sus actividades producían unos efectos devastadores en la Lira. Aumentó el desempleo, aumentó el coste de la vida. Desentendidos de las secuelas de sus acciones ambos (Sindona y Marcinkus) y sus asociados (Roberto Calvi entre otros) siguieron dedicados a invertir en el mercado de valores. Al inflar la cotización de las acciones hasta niveles desaforados, los bancos de su propiedad arrasaban y devoraban millones de dólares de otras personas.

Al igual que su íntimo amigo Roberto Calvi, dueño del Banco Ambrosiano, Michael Sindona no dejaba de alardear y de ufanarse de ser el que controlaba la bolsa de Milán. En realidad, la controlaban los dos. Se trataba de una estrategia realmente criminal, en la que ambos reincidían impunemente, las acciones subían y bajaban igual que si fuera un yo-yo, y se beneficiaban con la compra-venta de una y otra empresa.

El Finabank también formaba parte de la gigantesca empresa de limpieza de dinero sucio que trabajaba para la mafia y por ende para el Vaticano, las empresas de Canadá y México se usaban para hacer llegar a Estados Unidos, a través de las fronteras canadiense y mexicana, el dinero en dólares de la mafia, de los francmasones, y de muchas otras empresas y operaciones ilegales de carácter delictivo. Llegaba en maletas y se invertía en bonos del Estado, que luego se enviaban al Finabank, por ser limpios y fácilmente negociables. Si la mafia quería hacer regresar a Italia este dinero, previamente limpiado, utilizaba los canales del Banco del Vaticano.

Con todas estas triquiñuelas, la iglesia pobre para los pobres que pregonaba Pablo VI se volvía cada vez más rica. Las maniobras del vaticano para despojarse de su opulencia, demasiado notoria en Italia, y distribuirla mejor disfrazada por el resto del mundo, tuvo como resultado inmediato que hombres como Calvi y Sindona se dedicaran a la sistemática expoliación de la humanidad para enriquecer a la iglesia católica y a su Sumo Pontífice Pablo VI.

En el mensaje que el Papa Pablo VI había dado a conocer al mundo en su encíclica Populorum Progressio, el Papa citaba a San Ambrosio: "Nunca das a los pobres lo que es tuyo, simplemente les devuelves lo que les pertenece porque los bienes de los que te has apropiado fueron donados para que todos los disfrutaran. La tierra es de todos, no sólo de los ricos". Cuando el Papa pronunció esta sentencia, el Vaticano era el mayor propietario del mundo de bienes raíces.

[...] En su 1er día como Pontífice, albino Luciani, el Papa juan Pablo I no explicó a sus millones de oyentes cómo pensaba hacer realidad su sueño de una iglesia pobre, sin embargo, a las pocas horas de su designación el nuevo Papa ya se había embarcado en la acción para hacer efectiva esta aspiración suya, a la que consideraba de importancia vital para la iglesia católica.

[...] En la noche del 27 de agosto de 1978, Luciani cenó con el cardenal Jean Villot, a quien le pidió que continuara, al menos durante un tiempo como Secretario de Estado Vaticano. Villot aceptó. [...] Mientras cenaba con el cardenal Villot, instruyó al confirmado secretario de Estado para que iniciara de inmediato una investigación, que consistiría en una revisión de todas las operaciones del Vaticano, con análisis detallados de cada uno de sus aspectos "Ningún departamento, ninguna congregación, ninguna sección debería ser excluida". Le aclaró que le preocupaba de modo especial la actuación del instituto para tareas religiosas, conocido generalmente como Banco del Vaticano. La inspección financiera tenía que realizarse de forma discreta, rápida y completa. El nuevo Papa advirtió a su Secretario de Estado que, una vez que hubiera estudiado el informe, decidiría cual era el curso de acción mas adecuado.

[...] Luciani también estaba decidido a dar a la iglesia un giro de 180º, que la apartara de los aspavientos de grandeza terrenal para devolverla al sencillo sendero que había marcado el fundador de la cristiandad. [...] A la cabeza de las reformas y cambios prioritarios figuraban la necesidad de alterar radicalmente la relación del Vaticano con el capitalismo y el deseo de aliviar los grandes sufrimientos que vivía parte de al humanidad a causa de la encíclica Humanae Vitae.

[...] Eran las 21:25 hrs. cuando Albino Luciani cerró la puerta de su despacho y se retiró a sus aposentos. Su cuerpo sin vida sería encontrado a la mañana siguiente. Las circunstancias precisas en relación con el descubrimiento de su cuerpo, demuestran con bastante elocuencia que el Vaticano perpetró un encubrimiento.

Extracto de El Vaticano, la otra cara.

Slim: capitalista, no empresario

De un artículo de José Blanco, publicado en el diario La Jornada

Slim, probablemente el hombre más rico del mundo (si no lo es pronto puede serlo), es un capitalista, no un empresario. No es trivial. Un capitalista está instalado en la reproducción del sistema como tal y en la maximización de ganancias; un empresario está en la innovación y el desarrollo, dos prototipos distintos de la abstracción homo economicus.

Una característica del subdesarrollo es la presencia de capitalistas salvajes que buscan alcanzar desde el sector privado, y desde el público, hacerse de la mayor fortuna posible, en el más breve lapso, por cualquier medio.



El asunto ha sido tratado por figuras mayores del pensamiento económico. El manifiesto del Partido Comunista contiene un largo pasaje que es un canto a la "burguesía revolucionaria". Visto desde Schumpeter o Keynes, Marx se refería, no a los especuladores, desde luego, sino a los empresarios capaces de revolucionar la ampliación y modernización de las fuerzas productivas, su dominio sobre la naturaleza, y el papel civilizador que ello tendría en el largo plazo.

Una figura de gran relieve que se ocupó directamente del empresario como fuerza productiva fue el economista austriaco Joseph Alois Schumpeter. Nacido en Triesch en 1883, (Moravia) estudió en la Universidad de Viena y fue alumno de Friedirech von Wiser, quien aportó el concepto de "costo de oportunidad", criticando a Marshall y en general a los economistas británicos por esta laguna teórica.

Schumpeter enseñó Economía en las universidades de Viena, Chernovtsi (Ucrania), Graz y Bonn a partir de 1909; posteriormente fue profesor en Harvard desde 1932 hasta su muerte. Sus aportes a la teoría del ciclo económico fueron fundamentales y en razón de ello sus alumnos reclamaron siempre que no se le haya otorgado el Nobel de Economía. Escribió decenas de ensayos y libros, pero tuvo una influencia muy importante su Business Cycles: A theoretical, historical and statistical analysis of the Capitalist process, 1939. En su Teoría del desarrollo económico habló de la importancia del empresario y volvería sobre el tema en The Explanation of the Business Cycle, de 1927, y en The Analysis of Economic Change, de 1935. Acaso su obra más celebrada sea su monumental History of Economic Analysis (1954).

Schumpeter fue el economista que más ha aportado a la comprensión de la innovación industrial y su importancia decisiva en la dinámica del crecimiento económico. A su decir, la actividad innovadora es la fuerza más importante del crecimiento capitalista y proviene del "espíritu promotor", cualidad capaz de imaginar y vislumbrar posibilidades para la innovación, y movilizar los recursos necesarios. Las innovaciones tomarían cinco formas principales: a) la introducción de un nuevo producto o de una nueva calidad de un producto ya existente; b) la introducción de un nuevo proceso de producción; c) la apertura de un nuevo mercado; d) el desarrollo de una nueva fuente de insumos, y e) los cambios en la organización industrial.

Para la realización de una innovación, según Schumpeter, el empresario ha de vencer tres dificultades: 1) la incertidumbre; 2) la repugnancia de la gente por realizar algo nuevo, y 3) la resistencia del medio social frente a sus innovaciones. Sin cambio no hay, absolutamente, desarrollo. De esto hablaba Keynes cuando se refería a los animal spirits del empresario.

El siglo XX estuvo caracterizado por un sector profesional creciente dedicado a la investigación y el desarrollo dentro de la industria, cuya función ha sido buscar y articular innovaciones mediante la investigación científica organizada. En el XXI el conocimiento se vuelve la palanca fundamental del desarrollo, de modo que, sin ella, el atraso y el subdesarrollo se tornan perennes. Gran parte de la producción industrial moderna es el resultado de la búsqueda, verificación y procesamiento de la información científica y de su subsecuente articulación con las ingenierías y tecnologías.

Slim se ha dedicado a comprar empresas rotas que otros han hecho; las repara y las explota en su país, o en cualquier otro, donde estén las ganancias. Si incorpora innovaciones, como en Telmex, son las que otros produjeron. También hace mucho comercio: comprar en dos y vender en cuatro. No es un empresario, aunque podría serlo.

Silicon Valley (California) fue por un tiempo el único centro de innovación masiva y continua en el mundo. Hoy Bangalore (India) rivaliza sin problemas con el centro gringo. En muchos otros puntos del planeta se abrieron espacios a la innovación continua, que siempre termina diseminándose por todos los rincones del sector industrial. Así despega el desarrollo.

Destine usted, ingeniero Slim, unos 500 millones de dólares iniciales a crear una ciudad de la investigación y el desarrollo. Es un pelo de gato. Reúna a las universidades que cuentan con las plataformas tecnológicas más desarrolladas y a las que cuentan con centros desarrollados de investigación científica y tecnológica y hagamos ingeniería del siglo XXI, nanotecnología, robótica, biotecnología humana, animal y vegetal, montemos una red de primer nivel de tecnologías de la comunicación multidimensional que cubra al país. [...] Realice un programa inteligente. Pague bien -muy bien- al talento innovador de los creadores mexicanos: sobran. Innove. Eso es el desarrollo. Revolucione la producción. Pregunte a Finlandia o a Irlanda, o a India, o Corea, o a China, o a Schumpeter, o a Keynes. O pregunte cuál es el PIB que producen los mexicanos que viven en Estados Unidos que trabajan con tecnologías modernas: se aproxima al de México. Eduquemos y capacitemos masivamente. Apoyemos, junto con el Ejecutivo, la formación de doctores graduados en la investigación y el desarrollo sostenible. Si lo hace, otro gallo va a cantar.

3 de julio de 2007

14 características del fascismo

Como dice el dicho "ver la paja en el ojo ajeno"...

El Dr. Lawrence Britt, politólogo, escribió un artículo acerca del fascismo que apareció en la revista Free Inquiry, una revista de corte humanista. El Dr. Britt estudió los regímenes fascistas de Hitler, Mussolini, Franco, Suharto y Pinochet. El encontró que estos regímenes tienen 14 puntos en común, los cuales llamó "las características que identifican al fascismo"

Las catorce características son:
1. Nacionalismo poderoso y permanente.

Los regímenes fascistas tienden a hacer constantes el uso de frases, slogan, símbolos, canciones y otra parafernalia patriótica. Las banderas se ven por todos lados, así como los símbolos de la bandera en ropa y desplegada públicamente

2. Disgusto por el reconocimiento de los Derechos Humanos.

Debido al miedo a los enemigos y a la necesidad de seguridad, el pueblo en los regímenes fascistas es persuadido que los Derechos Humanos deben ser ignorados, en algunos casos por "necesidad". El pueblo tiende a mirar de otra forma e inclusive a aprobar la tortura, ejecuciones sumarias, asesinatos, largos encarcelamientos de prisioneros, etc.

3. Identificación de los enemigos o chivos expiatorios como una causa unificada.

El pueblo es conducido a un frenesí patriótico sobre la necesidad de eliminar un peligro percibido como común en forma de enemigo, ya sean las minorías raciales, étnicas, religiosas, liberales, comunistas, socialistas, terroristas, etc.

4. Supremacía de lo militar.

Aunque existan muchos problemas domésticos, a los militares se les da una cantidad desproporcionada de soporte financiero y la agenda doméstica es descuidada. Soldados y militares en servicio son vistos como glamorosos.



5. Sexismo rampante.

El gobierno de las naciones fascistas tiende a ser dominado casi en su totalidad por el sexo masculino. Bajo los regímenes fascistas tradicionales, se hace más rígida la importancia del género. La oposición al aborto es alta, así como la homofobia y las legislaciones anti gay en la política nacional.

6. Control de los medios de comunicación.

Algunas veces los medios son controlados directamente por el gobierno, en otros casos los medios son controlados indirectamente por las regulaciones gubernamentales, o por persuasión a los periodistas y censura a los ejecutivos, especialmente en tiempos de guerra.

7. Obsesión con la Seguridad Nacional.

El miedo es usado como una arma motivacional por el gobierno para controlar las masas.

8. La religión y el gobierno están entremezclados.

Los gobiernos en las naciones fascistas tienden a usar la religión predominante en el país como arma de manipulación de la opinión pública. La retórica religiosa y la terminología común es usada por los líderes del gobierno, aun cuando los jerarcas religiosos estén diametralmente opuestos a las acciones y políticas del gobierno.



9. El poder corporativo es protegido.

La aristocracia industrial y de los negocios de las naciones fascistas usualmente son quienes ponen a los líderes del gobierno en el poder, creando una beneficiosa relación empresas-gobierno con la elite de poder.

10. El poder Laboral es suprimido.

Porque las organizaciones de poder laboral son las únicas amenazas de los gobiernos fascistas, los sindicatos y asociaciones laborales son eliminados.

11. Desprecio por los intelectuales y las Artes.

Las naciones fascistas tienden a promover y tolerar una abierta hostilidad a la educación superior y la academia. No es poco común que profesores y otros académicos sean censurados e inclusive arrestados. La expresión libre del arte es atacada y los gobiernos usualmente se rehúsan a financiar las artes.

12. Obsesión con el crimen y el castigo.

Bajo los regímenes fascistas se le dan poderes casi ilimitados a las fuerzas represivas legales. La gente a menudo es obligada a hacerse la vista gorda sobre los abusos policiales e inclusive a abandonar libertades civiles en el nombre del patriotismo. Existe a menudo una fuerza policial nacional con poderes ilimitados en naciones fascistas.

13. Rampante amiguismo y corrupción.

Los regímenes fascistas casi siempre gobiernan con grupos de amigos y asociados que se posicionan unos y otros en los cargos gubernamentales y usan el poder gubernamental y la autoridad para proteger a sus amigos de la responsabilidad de rendir cuentas. No es infrecuente que en los regímenes fascistas los líderes gubernamentales se apropien en inclusive roben descaradamente los recursos y tesoros nacionales.

14. Elecciones fraudulentas.

Algunas veces las elecciones en las naciones fascistas son un verdadero fraude. Otras veces las elecciones son manipuladas por campañas difamatorias en contra de los candidatos opositores e inclusive el asesinato de los mismos. También usan las legislaciones para el control del número de votos, el control políticos distrital y la manipulación de los medios de comunicación. Las naciones fascistas también usan típicamente a sus tribunales de justicia para manipular y controlar las elecciones.

Fascismo eterno

Del libro Cinco escritos morales de Umberto Eco.

El fascismo fue, sin lugar a dudas, una dictadura, pero no era cabalmente totalitario, no tanto por su tibieza, como por la debilidad filosófica de su ideología. Al contrario de lo que se puede pensar, el fascismo italiano no tenía una filosofía propia: tenía sólo una retórica. La prioridad histórica no me parece una razón suficiente para explicar por qué la palabra «fascismo» se convirtió en una sinécdoque, en una denominación pars pro toto para movimientos totalitarios diferentes. No vale decir que el fascismo contenía en sí todos los elementos de los totalitarismos sucesivos, digamos que «en estado quintaesencial». Al contrario, el fascismo no poseía ninguna quintaesencia, y ni tan siquiera una sola esencia. El fascismo era un totalitarismo fuzzy. No era una ideología monolítica, sino, más bien, un collage de diferentes ideas políticas y filosóficas, una colmena de contradicciones.

El término fascismo se adapta a todo porque es posible eliminar de un régimen fascista uno o más aspectos, y siempre podremos reconocerlo como fascista. A pesar de esta confusión, considero que es posible indicar una lista de características típicas de lo que me gustaría denominar Ur-Fascismo, o fascismo eterno. Tales características no pueden quedar encuadradas en un sistema; muchas se contradicen mutuamente, y son típicas de otras formas de despotismo o fanatismo, pero basta con que una de ellas esté presente para hacer coagular una nebulosa fascista.


Culto de la tradición, de los saberes arcaicos, de la revelación recibida en el alba de la historia humana encomendada a los jeroglíficos egipcios, a las runas de los celtas, a los textos sagrados, aún desconocidos, de algunas religiones asiáticas. Cultura sincrética, que debe tolerar todas las contradicciones. Es suficiente mirar la cartilla de cualquier movimiento fascista para encontrar a los principales pensadores tradicionalistas. La gnosis nazi se alimentaba de elementos tradicionalistas, sincretistas, ocultos. La fuente teórica más importante de la nueva derecha italiana, Julius Evola, mezclaba el Grial con los Protocolos de los Ancianos de Sión, la alquimia con el Sacro Imperio Romano. Si curiosean ustedes en los estantes que en las librerías americanas llevan la indicación New Age, encontrarán incluso a San Agustín, el cual, por lo que me parece, no era fascista. Pero el hecho mismo de juntar a San Agustín con Stonehenge, esto es un síntoma de Ur-Fascismo.

Rechazo del modernismo. La Ilustración, la edad de la Razón, se ven como el principio de la depravación moderna. En este sentido, el Ur-Fascismo puede definirse como irracionalismo.

Culto de la acción por la acción. Pensar es una forma de castración. Por eso la cultura es sospechosa en la medida en que se la identifica con actitudes críticas.

Rechazo del pensamiento crítico. El espíritu crítico opera distinciones, y distinguir es señal de modernidad. Para el Ur-Fascismo, el desacuerdo es traición.

Miedo a la diferencia. El primer llamamiento de un movimiento fascista, o prematuramente fascista, es contra los intrusos. El Ur-Fascismo es, pues, racista por definición.

Llamamiento a las clases medias frustradas. En nuestra época el fascismo encontrará su público en esta nueva mayoría.

Nacionalismo y xenofobia. Obsesión por el complot.

Envidia y miedo al "enemigo".

Principio de guerra permanente, antipacifismo.

Elitismo, desprecio por los débiles.

Heroismo, culto a la muerte.

Transferencia de la voluntad de poder a cuestiones sexuales. Machismo, odio al sexo no conformista. Transferencia del sexo al juego de las armas.

Populismo cualitativo, oposición a los podridos gobiernos parlamentarios. Cada vez que un político arroja dudas sobre la legitimidad del parlamento porque no representa ya la voz del pueblo, podemos percibir olor de Ur-Fascismo.

Neolengua. Todos los textos escolares nazis o fascistas se basaban en un léxico pobre y en una sintaxis elemental, con la finalidad de limitar los instrumentos para el razonamiento complejo y crítico. Pero debemos estar preparados para identificar otras formas de neolengua, incluso cuando adoptan la forma inocente de un popular reality-show.

El Ur-Fascismo puede volver todavía con las apariencias más inocentes. Nuestro deber es desenmascararlo y apuntar con el índice sobre cada una de sus formas nuevas, cada día, en cada parte del mundo.

Foto: Diego Sepulveda